"Para no enterrarnos en vida debemos plasmar en nuestra escritura y dejar que otros puedan revivirlo aunque sea en sueños".
LA VACA SAGRADA

por Josefina Licitra

A 400 kilómetros de Buenos Aires, protegida por guardias, alarmas y sensores láser vive Rosita, una vaca única en el mundo, una vaca que da leche maternizada. Custodiada por tres científicos que comparten hasta el lecho de paja con el animal, Rosita crece sin saber que su clonación es un experimento revolucionario. La vida de una vaca solitaria y malhumorada que come alfalfa con papafritas.

Son las diez de la mañana. Estamos con el fotógrafo en un ómnibus rumbo a Balcarce, una ciudad de 35 mil habitantes ubicada al sudeste de la provincia de Buenos Aires. Miramos por la ventana. Hay que pasar las horas. Al otro lado del vidrio hay cielo, pasto, silos, vacas, postes, camiones, cables, vacas, girasoles, vacas, soja, vacas, tractores y más vacas.                                                 -La verdad –dice él-, nunca le saqué fotos a una vaca.                                             -La verdad –digo yo-, nunca escribí sobre una vaca.                                         Hacemos silencio. Lo demás es paisaje. En Balcarce, en un campo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, en un corral prolijo y en este día limpio y sin viento, una vaca –Rosita- nos está esperando. 

Comentario:  Si hablamos de un animal sabemos que este del que vamos a hablar tiene que ser distinto en todas formas, tiene que ser especial y rodear al animal de los hechos que sucede o están presentes es necesario mencionarlos. Tenemos que crear nuestra propia expectativa. La descripción del lugar o el ambiente facilita al lector para comprender y entender de qué se está tratando. Para eso debemos de tener datos precisos y exactos para no convertir la lectura en un cuento de ficción cuando en realidad es real. Esta entrada contiene puntos importantes  para el lector.
http://www.revistaanfibia.com/cronica/la-vaca-sagrada-2      
EL PETISO  OREJUDO:  EL NIÑO  QUE MATABA  NIÑOS

por Javier Sinay

En los primeros años del siglo XX, Cayetano Santos Godino encarnó los miedos de la próspera sociedad argentina. Nadie quería creer que este muchacho chaparro y orejón era un asesino en serie de otros niños. Hoy, cuando adolescentes violentos aparecen a diario en los noticieros, el debate sobre la inocencia de los niños continúa. ¿Puede asegurar que su hijo no es un asesino?

Un hombre entró en una comisaría de Buenos Aires para entregar a su hijo a la policía. Estaba cansado de Cayetano Santos Godino, el más endiablado entre su prole, que tenía nueve años y unas cicatrices que decoraban su cráneo. Las palizas del padre ya no servían de nada. Ese día, antes de ir a la comisaría, el padre se había percatado de que el zapato que se quería poner le quedaba chico. Siempre lo usaba, pero de repente ya no le entraba. Había algo ahí adentro. Era un pajarito muerto. Después encontró el resto: una caja debajo de la cama, llena de pajaritos muertos. Decidió llevar a su hijo a la policía. Allí el comisario de investigaciones anotó que el niño era «absolutamente rebelde a la represión paternal, resultando que molesta a todos los vecinos, arrojándoles cascotes o injuriándolos». Y aceptó dejarlo guardado por un tiempo. Lo que el padre no sabía era que su hijo ya había cometido su primer asesinato. Había sido en el silencio de una tarde invernal de 1906, siete días antes de ser remitido a la comisaría.  

Comentario: En esta entrada se aprecia una narración de los personajes, cómo se encuentran, la forma que ingresaron, que es lo que estaba ocurriendo, este pequeño acontecimiento hace que el lector se siente atraído y crea su propia expectativa. La historia de este padre y su hijo no es común, así que si se aprovecha bien los datos del ¿por qué están ahí? impacta, pues aparte de que nos entretiene ayuda a informarnos.

http://etiquetanegra.com.pe/articulos/el-petiso-orejudo-el-nino-que-mataba-ninos

ENKE  EL ÚLTIMO  HOMBRE  MUERE  PRIMERO

por Juan Villoro

Robert Enke, uno de los arqueros de la selección de Alemania, se suicidó lanzándose a las líneas de un tren. Los porteros felices son una minoría. ¿Cuál es la maldición de cuidar una puerta abierta?

El 10 de noviembre de 2009, Robert Enke, portero de la selección alemana de fútbol, hizo su última salida al campo. Le dijo a su esposa que iba a entrenar, subió a su Mercedes 4x4 y se dirigió a un pequeño poblado cuyo nombre quizá le pareció significativo: Himmelreich, Reino del Cielo. Cerca de allí hay un descampado por el que corren las vías del tren. El guardameta dejó su cartera y sus llaves en el asiento del vehículo y no se molestó en cerrar la puerta. Caminó a la intemperie, como tantas veces lo había hecho para defender el arco del CZ Jena, el Borussia Mönchengladbach, el Benfica, el Barcelona, el Fenerbahçe, el Tenerife o el Hannover 96. A doscientos metros de ahí, como a unas dos canchas de distancia, estaba enterrada su hija Lara, muerta a los dos años.

Comentario: La fecha es muy importante sobre todo si se trata de un personaje famoso que ha fallecido. Si es un hecho real generalmente de un famoso a las personas les gusta saber el detrás de la vida de sus personajes; por ejemplo, si hablamos fuera de su ámbito laboral pues de esta forma la entrada atrae. Las coincidencias existen y eso es lo que nadie suele aprovechar en un texto. Captas la atención del público si encuentras un dato que nadie lo sabía o esta escondido. Para eso si queremos elaborar crónicas que sean importantes necesitamos informarnos para tener datos exactos.

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